Cuál es tu verdadera felicidad
Hoy, en una de las muchas veces que me he metido en Instagram, me he tragado publicidad que no he solicitado. En la mayoría de los casos, eran imágenes, vídeos, y promociones sobre invertir, ser un autónomo de éxito, dietas, servicios de compañeros de gremio, y en otras tantas ocasiones, sobre autoconocimiento y responsabilidad afectiva.
Todos sabemos que esta publicidad está estudiada y es enviada al público objetivo del negocio en cuestión que ofrece dichos servicios. Me sigue pareciendo increíble que la mayoría de nosotros estemos recibiendo constantemente este tipo de información sin que sea tan relevante como nos quieren hacer ver. Y que además, camuflada de una cínica propuesta de ayuda, nos hagan sentir mal por no ser productivos, funcionales, o estar siempre en constante avance.
“Con esta dieta conseguirás el físico que te hará feliz”, “esta guía te servirá para tener el negocio que siempre soñaste” o “¡deja de poner excusas! ¡si quieres, puedes!”, son algunas de las premisas que nos encontramos en esta publicidad tan invasiva. Hay un factor en común: la garantía de la felicidad.
Como pudisteis ver en mi último vídeo en Instagram, con motivo del día internacional de la felicidad, el modelo actual de felicidad se basa en los placeres. En unos placeres concretos además, y que requieren de una inversión económica: viajes, casas, coches, ropa, suplementos deportivos, negocios, cenas en restaurantes distintivos, físicos explosivos, etc.
Nos están diciendo cómo ser feliz. Y eso es de los mayores crímenes que están normalizados en estos días.
Si no has visto mi video, te hago un resumen: confundimos términos como alegría, felicidad y bienestar. La felicidad, que es lo que nos concierne en este momento, es un estado. Es un modo de vivir, de fluir a través de y con aquellas actividades, tareas, y vivencias que se encuentran en el día a día. En dicho estado, experimentamos satisfacción a rasgos generales con nuestra vida. Otros enfoques defienden que la felicidad es ausencia de inconvenientes o de sentimientos desagradables, con lo que discrepo totalmente. Integrar que en nuestra vida hay variables, más o menos concentradas en el tiempo, que no nos proporcionan bienestar, es algo primordial para desarrollar este estado de felicidad. La actitud hacia los acontecimientos es esencial. Por supuesto, no quiero decir con todo esto que la felicidad, la nuestra, sólo dependa de nosotros mismos. Ya sabéis que mi postura es más realista, ya que no podemos negar que hay variables ambientales y contextuales que dificultan mucho nuestra satisfacción con la vida. A veces dificultan tanto, que el esfuerzo para poder solucionarlas, tiene un coste excesivo con respecto al beneficio que obtendremos. Por lo cual, aceptar este tipo de situaciones, resulta la mejor opción.
“Si tu problema tiene solución, ¿para qué te preocupas?, y si no la tiene, ¿por qué te preocupas?” es un proverbio chino que refleja muy bien esta capacidad de vivir en harmonía con nosotros mismos. Por supuesto, todo tiene matices. Esta idea extrapolada a la psicología trata de tener la capacidad de poder diferenciar cuándo es preferible ponernos las pilas e ir a por todas y cuándo recular y convivir con esta serie de inconvenientes. Nos os hacéis la idea de cuántas demandas tengo a lo largo de los días como profesional debido al malestar que provoca “no conseguir mis objetivos”. Son tales los niveles de autoexigencia, frustración, y expresiones de intolerancia hacia los acontecimientos tan exacerbadas, que para muchos de nosotros se está convirtiendo en una de las temáticas que más solemos tratar.
No me malinterpretéis, cuando digo demandas a lo largo del día, no me refiero a que tengo 10 emails al día solicitándome una sesión para aprender a tolerar la frustración. Por desgracia, sigue estando ese estigma hacia el psicólogo, y muy pocos son responsables y toman consciencia de su problema, o no al menos rápidamente. Lo que si tengo son infinidad de conversaciones, comentarios, y charlas donde escucho “es que no sé qué más hacer”, “pensé que con esto me encontraría mejor” o “no logro aceptarme nunca y mira que lo intento”. Tenemos tal saturación con todo esto de la felicidad, que estamos consiguiendo lo contrario, y lo más irónico, que quizás todos éramos más felices.
¿Qué propongo? Que busques tu felicidad. ¿Cómo lo hago? Aquí vienen una serie de recursos para momentos puntuales. Y recuerda, esta información jamás sustituirá una sesión con un profesional de la psicología, ya que aquí hablamos de generalidades sin tocar tu individualidad, única e irrepetible:
1. Introspección
Mira dentro de ti. No te juzgues, analiza en qué momento de tu vida te encuentras, qué estás haciendo, que no estás haciendo, y qué podrías hacer. ¿Qué decisiones has tomado que te han llevado al sitio donde te encuentras actualmente? ¿A caso han sido terceras personas las que han decidido por ti? Hazte esta serie de preguntas, y analiza cómo te sientes al respecto. ¡Pero cuidado! No caigamos en creencias erróneas (malditos sesgos cognitivos), ya que podemos sacar conclusiones precipitadas. Un psicólogo te ayudará en este proceso del autoconocimiento, tan esencial para ser feliz.
2. Honestidad
Este punto se da de la mano con el primero. ¿De qué nos sirve empezar un abordaje si no somos honestos con nosotros mismos? Es duro, vaya que si lo es, pero es el primer paso para tomar consciencia de qué queremos lograr. Con respecto al tema de la felicidad, no debemos confundir fluir con procrastinar. El ser humano es maravilloso para ponerse excusas. Pero de las de verdad, las que salen cuando estamos haciendo acercamientos hacia aquellas cosas que sí que sentimos, por otros motivos diferentes a la imposición, que son esenciales.
3. Compromiso y Acción
Organízate y prepara el entorno. Fuera distractores, y bienvenido sea todo aquello que promueva, incite y facilite tu proceso hacia aquello que deseas conseguir. Cuidado aquí, compromiso no significa radicalidad. Si haces un cambio drástico de rutina, te va a durar muy poquito. Distribuye el tiempo de otra forma que sea equitativo para ti y que deposite un plus de energía en el trabajo constante que requiere tu decisión. Si por ejemplo, te has comprometido pasar más tiempo con tus amigos y no tanto con tu pareja, coméntalo antes de tomar decisiones y no la dejes en el banquillo. O si, te has decidido a abrir tu negocio, no anules todo tu ocio por centrarte constantemente en invertir en él. Ensayo y error, sin agobios, o al menos sin los innecesarios. Recuerda que esto es un trayecto, y que cada uno tiene su ritmo.
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