Cómo comprender a mi pareja: afectividad, apego y responsabilidad
Vamos por partes, ¿qué es la afectividad?
La afectividad es una dimensión muy relevante de nuestra persona. La conforman sentimientos, emociones y estados de ánimo producto de las infinitas muestras de cariño que hemos recibido a lo largo de nuestra vida, así como la ausencia de estas últimas.
No hablamos por tanto de un concepto reactivo sino de una mochila de experiencias que siempre se abre en mayor o menor medida. Son experiencias y aprendizajes que explican nuestros acercamientos y nuestro trato hacia las demás personas así como hacia nosotros mismos.
Ojo, explican, no justifican. Eso ya para otro blog.
¿Y el apego entonces?
El apego es el primer vínculo afectivo que creamos con otro miembro de nuestra especie como mecanismo de supervivencia. El apego como tal, nunca termina, sólo de modifica, en tanto a quién se dirige y de qué manera.
Esta teoría fue expuesta por Jhon Bowly, para que posteriormente Mary Ainsworth introdujese los estilos de apego.
Así, nos encontramos con distintos apegos, distintos vínculos afectivos que tienen diferentes características: desde el idílico apego seguro donde no hay temor al rechazo o a la exploración, pasando por el ansioso ambivalente, el evitativo, y el desorganizado. Este último, el que más consecuencias acarrea en el individuo.
El apego es muy significativo, pero jamás determinante de ninguna vinculación futura. Las personas no nos podemos reducir a una circunstancia por muy relevante que sea.
¿Cómo afecta a mis relaciones?
Vale, te he engañado con el título. La afectividad y el apego no sólo repercuten en nuestra relación sentimental, también afecta a nuestras otras relaciones interpersonales: amigos, familia, colegas, compañeros de trabajo incluso.
Parece que esta dimensión sólo va ligada a la sexualidad, y ese es un, comprensible, pero graso error. La sexualidad es otra gran dimensión de nuestra persona. Cuando hablamos de sexualidad no hablamos sólo de la práctica de sexo, sino de sentires y de formas de expresar y comunicar. Pues bien, disponemos de otras vías de comunicación del afecto que no impliquen el desempeño de la erótica, de esa forma de sentirse y expresarse como ser sexuado.
La atención que damos, la responsabilidad con la que tratamos a nuestros seres queridos, así como el apoyo brindado, son formas de transmitir afecto.
Estos son algunos de los puntos a tener en cuenta cuando se trata de vincularnos con otras personas. Recuerda que tus vivencias son distintas a las de la otra parte. Y esta información te da lo esencial para poder tender puentes entre las partes implicadas, ya sea tu amigo, tu hermana, tu pareja o tus parejas.
Por ello no hay que dar por hecho nada. Tendemos a invalidar las emociones de los demás cuando desde nuestra perspectiva no hay motivos de peso para esas quejas, demandas o recriminaciones de la otra parte.
La empatía pura, la de comprender el estado de la otra persona en sus circunstancias, no en las propias, sólo se logra trabajando el apartado afectivo: analizando nuestros aprendizajes, las personas que nos han acompañado, las que nos han hecho vibrar, llorar, reír, gritar, soñar, volar, las situaciones que han desencadenado y cómo nuestras decisiones nos han llevado al punto en el que nos encontramos actualmente.
¿Cómo puedo solucionar un problema de afectos?
Las dificultades para comprender a nuestros seres queridos pueden ser una de las manifestaciones de un problema de afectividad. No quiero crearte alarma, sino darte un toque de atención. Cuando hablamos de un problema de afectividad no tenemos que pecar de profundos y místicos. Parece que todos los problemas de relacionarnos tienen que ver con heridas sentimentales, niños interiores y demás conceptos muy poco detallados.
A veces no se nos ha estimulado afectivamente lo suficiente. Hemos tenido mucho rechazo, no nos han enseñado a relacionarnos, o puede que tengamos algunos asuntos pendientes sin resolver. Sea como sea, esto tiene solución. En consulta se aborda la individualidad de cada caso, dejando el espacio y el tiempo adecuado para que el paciente vaya abriendo camino con la guía del psicólogo, analizando la situación actual (formas de comunicación, de entablar conversaciones, resolución de conflictos) así como el trayecto de la persona, para poder identificar y reencuadrar dichas vivencias.
Si algo de lo que has leído te suena, o te recuerda a alguien, es más que conveniente que acudáis a un profesional para que arroje luz sobre el caso, ya que estos problemas pueden empeorar y desembocar en violencia, manipulación, dependencia, y demás situaciones perjudiciales para la salud mental de las personas.
Recuerda, tiene solución. Ponte en manos de un profesional.
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