Resiliencia
¡Hola sexys! ¿Cómo lleváis este mes de julio?
Parece que la cosa va remontando y poco a poco nos vamos recuperando y reincorporando a nuestro día a día, con modificaciones, por supuesto, a las cuales nos puede costar más o menos adaptarnos. Desde luego si algo hemos aprendido, o deberíamos, es que el ser humano tiene una capacidad maravillosa de reconstruirse y salir más fuerte. Todo un resiliente. ¿Cómo? ¿No sabes de lo que te estoy hablando? ¡Déjame que te lo resuma brevemente!
La resiliencia es una cualidad física de determinados materiales. Sobre todo en terreno de siderurgia. Un material es resiliente cuando se ejerce una gran fuerza sobre ellos, cuando se estiran violentamente o se realiza cualquier acción que pueda modificar su forma original, sin que esta última se vea alterada. En terreno psicológico es la capacidad de sobreponerse a los acontecimientos traumáticos y estresantes, saliendo de estos incluso más fuerte.
¿Quieres ser más resiliente? Aquí te expongo algunas pautas:
- Actitud proactiva y receptiva: tener esta postura nos permite incluir, en nuestro repertorio conductual y en nuestro esquema mental, información obtenida por el aprendizaje de otras personas que, valorando por nosotros mismos y poniendo a prueba dicha información, nos puede resultar de gran utilidad. Con esto no quiero decir que seamos esponjas, de ahí que valoremos, sin prejuzgar, por nosotros mismos. Recordemos que hay muchas vivencias y muchas opiniones, todas válidas siempre y cuando no sean intolerantes o con mensaje de odio.
- Proponerse retos: aquí podéis hacer dos cosas; fija una meta clara a largo plazo y desglosa los pasos a completar (no empecemos la casa por el tejado), o bien ten pequeños objetivos a corto plazo. Los retos suponen un esfuerzo por nuestra parte, y aunque la palabra esfuerzo no sea sinónimo de éxito, sí nos va a acercar más a nuestra meta. Al menos más que no proponerse nada y no tener ambición.
- Apunta al éxito y prepárate tanto para los logros como los fracasos: como bien hemos dicho arriba, no siempre se consigue lo que se quiere. Por ello debemos de hacer un análisis desde la neutralidad de la experiencia vivida para poder atribuir tanto los logros como los fracasos que hayamos podido obtener. De esa manera podremos ver qué variables han estado en juego en el transcurso de la experiencia, cuáles han estado en nuestra mano, cuáles han sido circunstanciales o ambientales, cuáles han podido fomentar o entorpecer el logro de la meta, o cuales han podido contribuir o llevarnos de cabeza a los fallos obtenidos.
- Recordar de dónde vienes, dónde estás, y a dónde quieres llegar: como veis, estas pautas van encadenadas, y esta última es la continuación de la anterior. Una vez hecho ese análisis de la experiencia, toca pararse a reflexionar, a dedicarnos tiempo y a hacer un repaso de quién soy yo. Qué deseo, qué quiero, dónde me encuentro actualmente y cuál es mi origen. Debemos confrontar, que no comparar, la persona que éramos antes de la experiencia con la que somos ahora actualmente y teniendo en cuenta las facetas que hemos estado descubriendo de nosotros mismos durante los retos que nos ha supuesto determinada experiencia. Ahora toca desechar estrategias de afrontamiento o de incluir nuevas que hemos puesto en marcha que pensábamos (y con suerte han sido así) que serían geniales para conseguir nuestros logros.
Si has realizado todos estos pasos, ya hayas obtenido lo que querías o no, ¡enhorabuena sexy! ¡ya eres todo un resiliente!. Ahora toca mimar esos límites que hemos expandido para que se queden con nosotros y nos sirva en nuestro día a día. El crecimiento personal es de las cosas más bonitas que existen.
Si queréis saber más al respecto, podéis ver mi vídeo sobre Resiliencia y Zona de Confort en mi canal de YouTube.
¡Buen día, sexys!
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